Así fue Veta Festival: techno, historia y una atmósfera única

Este mes, lo comenzamos viajando a Barruelo de Santullán para vivir la primera edición de Veta Festival. No sabíamos muy bien qué esperar, pero lo que nos encontramos allí fue una de esas experiencias que dejan huella.

Un lugar con alma propia

El enclave no podía ser más especial: un antiguo lavadero de carbón reconvertido en espacio cultural. Solo llegar ya impresionaba. La arquitectura industrial, la historia grabada en cada piedra, y el aura casi mística del lugar aportaban una profundidad que pocas veces se siente en un festival. La iluminación, muy bien posicionada, no solo creaba atmósfera en la pista, sino que también resaltaba los elementos originales del complejo minero. Todo encajaba.

Y el clima, fresco incluso en pleno julio, fue un respiro muy bienvenido para quienes venimos del sur.

Público libre, respetuoso y conectado

Uno de los puntos más valiosos de Veta fue el ambiente. Se respiraba libertad, respeto y cero postureo. Gente de todas partes de España, e incluso del extranjero, con muy buena actitud. Cada uno a lo suyo, pero siempre con una sonrisa o un gesto amable. Hubo conexión real. La pista era un lugar seguro, diverso y sin juicios.

Un sonido de otro nivel

El Funktion-One cumplió (y superó) expectativas. Pocas veces se escucha un sistema sonar con tanta calidad. Claridad, cuerpo y una distribución perfecta del sonido. Si querías más presión, bastaba con acercarte, pero incluso desde lejos el sonido seguía siendo limpio y envolvente. Sin duda, uno de los mejores sonidos que hemos experimentado en tiempo.

Música exquisita

El line-up no era de grandes nombres virales, pero precisamente ahí residía su acierto. Cada artista aportó su visión, y en conjunto ofrecieron una narrativa sonora coherente, elegante y arriesgada. Techno de calidad, sin concesiones. Nos costaría elegir un set favorito: todos brillaron a su manera.

Una organización con visión

Veta Festival ha demostrado que se puede hacer algo distinto, coherente y bien ejecutado desde el minuto uno. Todo estaba cuidado: los tiempos, los espacios, la estética, la comunicación. Nada parecía improvisado. No intentaron parecerse a nada: fueron fieles a su idea, y eso se notó.

Un debut que marca

Nos vamos con la sensación de haber vivido algo importante. No solo un festival, sino el nacimiento de un nuevo espacio para la electrónica en España. Uno que huye del mainstream, que se arraiga en el territorio y que apuesta por lo que de verdad importa: la música, el entorno y la experiencia colectiva.

Volveremos. Sin duda.

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